NORA OTSOA DE OLZA
Escuchar el cuerpo, reparar el tejido, cuidar el corazón, desplegar la conciencia.
Enfermera, bailarina y terapeuta psico-corporal con una mirada eco-feminista y sistémica.
Una visión integral y holística del cuerpo y la salud y su relación con la creatividad, el cuidado, la naturaleza y la expresión artística, emocional y espiritual.
Estudié enfermería en la Universidad de Navarra y me especialicé en Medicina Tropical y Salud Publica en la UAB. Tras varios años trabajando en diversos hospitales de Francia y España y una misión de cooperación con Médicos sin Fronteras en Haití empecé a tener la sensación de que nuestra visión de la salud y la enfermedad era pobre, triste y fragmentada, sólo tenía en cuenta el cuerpo físico sin tener en cuenta el cuerpo emocional y sensible, y encerraba las semillas de una cultura patriarcal que divide el cuerpo y la mente, sobrevalorando la lógica y la razón y menospreciando lo emocional e instintivo, el cuerpo y la tierra, generando fragmentación, desequilibrio y enfermedad a la vez que nos desconecta de nuestra verdadera esencia y del contacto con la profundidad de la vida que nos habita, sus ritmos, ciclos y tiempos.
En 1998 descubrí la Danza Africana. Los movimientos de la danza africana me ayudaron a soltar tensiones y aflojar corazas, a estar presente, aquí y ahora, en el movimiento, a expresar y canalizar emociones conscientes e inconscientes, a enraizar e ir desplazando mi centro de la cabeza a la pelvis, recuperando el valor de lo instintivo, reconectando con el impulso vital y la alegría del cuerpo en movimiento.
Todos esos años de contacto con el arte y la cultura africana me ayudaron a recuperar un saber que sociedades menos tecnificadas y más cercanas a la naturaleza que la nuestra no han olvidado: la importancia del rito y el símbolo para conectar con lo invisible, la sensación de alegría y pertenencia que produce el movimiento conjunto, la necesidad de expresión del ser humano a través de la voz y el movimiento; danza, ritmo y canto son indisociables en la tradición africana.
Completé mi trabajo corporal de Danza africana con la práctica del Yoga y el Qi Gong ya que también me sentía atraída por la espiritualidad oriental y la Medicina tradicional china.
En 2008, a raíz de una separación de pareja muy dolorosa, inicié un profundo trabajo de reflexión y un camino de sanación que continua hasta el día de hoy. Descubrí la Gestalt, la Bioenergética, y el trabajo de Constelaciones Familiares de Bert Hellinger, (que también se inspiró del tiempo pasado en África para crear su propuesta terapéutica) al tiempo que me interesaba por la Danza Contact Improvisación y sus innumerables posibilidades terapéuticas.
En 2010 descubrí que soy un gemelo solitario, es decir que inicié mi vida acompañada de otro embrión que no prosperó, y esta información me ayudó a ordenar y comprender muchas de mis dificultades vinculares y relacionales También comprendí mi interés por los abordajes terapéuticos no verbales, la embriología y las memorias celulares. Entendí por qué el cuerpo y el movimiento eran tan importantes para mí, me conectaban con la vida y su profundidad; me permitían retomar el movimiento interrumpido e ir integrando la fragmentación que es la memoria del trauma en el cuerpo y el alma.
Y así, decidí formarme en Danza Integral, creativa, consciente y vital, un método de danzaterapia basado en la danza creativa y terapéutica de María Fux, complementada por una visión humanista del proceso de crecimiento y desarrollo del ser humano.
En 2013 conocí el trabajo de Urs Stauffer y descubrí el Body Mind Centering, un método de estudio vivencial del movimiento, el cuerpo y la conciencia que nos acerca a una comprensión somática de como la mente se expresa a través del cuerpo y el movimiento.
Desde 2020 facilito el trabajo corporal integrativo en la Formación Sistémica que facilita Concha Dobón en Laskurain. Además, llevo más de 10 años acompañando grupos en colaboración con diversas Áreas de Igualdad de Navarra, Vizcaya y Guipúzcoa e impartiendo talleres de forma regular en el Espacio Laskurain de Pamplona y en Lea Espazioa en Aulesti, Vizcaya.
Entiendo el cuerpo como un espacio de relación (con una misma, con las demás y con la vida) en el que reconocer aquellos mandatos de género, memorias celulares y lealtades sistémicas que nos limitan o nos hacen daño para poder transformarlos y generar cambios.
Desde el cuidado, la escucha, el juego, el placer y el movimiento, porque la vida es cambio, movimiento, transformación, y el tacto y el movimiento son nuestro primer lenguaje. Aprender a escuchar el lenguaje de la vida en mi cuerpo me ayuda a alinearme con un orden y me recuerda que soy parte de la sabiduría creativa de la Naturaleza. Salud, cuerpo, placer y sostenibilidad son conceptos más conectados entre sí de lo que a priori parece.
Entiendo el movimiento, el placer y la belleza como generadores de salud y herramientas de transformación individual, social y colectiva, porque una relación más amorosa y respetuosa con mi cuerpo hará que tenga una relación más amorosa y respetuosa con el planeta y con la vida.
Cultivar la alegría y la salud en estos tiempos de incertidumbre requiere de una comprensión encarnada en la biología, enraizada en la sensación y la emoción.
Una educación somática y sistémica que fomente aprendizajes desde la experiencia sensorial y corporal y nos ayude a encontrar maneras de relacionarnos más flexibles y creativas, recordando que todo está vinculado, todo está en relación, poniendo la vida en el centro; la mía, la tuya y la del planeta.